marzo 08, 2010

“El TRANSPORTE PÚBLICO EN SALTA MARCA TU NIVEL”



DEMOCRATIZAR O NO DEMOCRATIZAR, ESA ES LA CUESTIÓN
Hoy, como todos los días, nos levantamos para seguir nuestras actividades cotidianas. Pero algo cambió, el ómnibus nos deja más lejos y la búsqueda de la “parada” se convirtió en un nuevo pasatiempo a jugar por los condenados a usar la tarjeta de Saeta.
Podemos hacer una enumeración de las bondades del “nuevo reordenamiento de las paradas de colectivo”: caminamos, adelgazamos, nuestro ritmo cardíaco mejora y pronto dejaremos de fumar, seguramente en julio cuando el precio del nuevo y reducido viaje urbano pase a costar 1,50$. Esta nueva actividad física puede emprenderse en familia, por ejemplo al acompañar a niñas y niños a reconocer el nuevo recorrido. Además, los lazos fraternos resultan fortalecidos con una comunicación continua, el celular es el elemento imprescindible cuando la “parada” se ha perdido.
Pese a las bondades enumeradas, historiadores, sociólogos, politólogos, urbanistas, no acuerdan con la medida acordada por SAETA y la Municipalidad. Los historiadores argumentan que ésta decisión se inserta en la larga tradición salteña de mantener alejada a “la chusma” del centro. Mientras desempolvaba un viejo plano capitalino la investigadora (tan vieja como la fuente) señalaba cómo a fines del siglo XIX a quienes “no eran como uno” les estaba prohibido acceder a la plaza central. Aclara que la democratización del cuadrante principal llegó, en parte, durante el gobierno radical que permitió a las “masas” gozar de tres cuadras de la plaza principal. Finalmente el peronismo habilitó para todas y todos, el principal paseo público de la época.
Los sociólogos también son críticos de la medida de alejar las paradas, a la cual clasifican de clasista. Aquí no acuerdan cómo perjudica o beneficia a cada clase. Quiénes trabajan en instituciones públicas (en planta permanente) expresan que los pobres son los más afectados, con un transporte urbano encarecido en inútil para satisfacer las necesidades cotidianas de un traslado familiar eficiente. Aquellos sociólogos empleados o dueños de consultoras ubicadas en el microcentro expresan que ésta es la mejor medida municipal del siglo XXI, incluso después de aquellas de acordar las modificaciones de la terminal de ómnibus capitalina y la venta de los terrenos de Popeye a Cencosud. Vestido en un elegante traje de lino, el profesional señala que “ahora es más fácil para los dueños y dueñas de Toyota Corolla, 4x4, Meganes, Merivas, Mercedes, estacionar en doble fila y esperar a sus hijas e hijos en la puerta de los establecimientos escolares y bancarios”. Pese a las bondades de la medida, no faltan quienes amenazan a los cabildantes con demandarlos por no permitirles gozar de los beneficios psicofísicos de la medida. Por otra parte reclaman a las autoridades municipales que no dejen que el centro se llene de motos, bicicletas, autos viejos y gente común (sin Toyotas, 4x4, Meganes, Mercedes, etc) caminando por las calles.
Los polítologos son demasiados críticos de la decisión urbana. Formados en las universidades nacionales, al calor de las transformaciones del siglo pasado, la encuentran nada democrática desde sus orígenes hasta en la manera de llevarla a cabo. Expresan que: no hubo participación de la ciudadanía en general a la hora de decidir de alejar las paradas del centro, y tampoco de quienes están directamente involucrados, “los pasajeros”.
Los urbanitas, en cambio, están divididos en quienes viajaron a Nueva York y Miami y quiénes nunca lo hicieron. Los primeros reclaman por “colectivos cero” y avenidas con palmeras. Los segundos todavía no han tenido medios para expresar opinión alguna.
Digan lo que digan la medida de alejar las paradas del centro marca nuestro nivel.

No nos olvidamos del Día de la Mujer.
La lucha continúa