Proponer espacios de diálogo y generar consensos se ha vuelto una tarea ardua en la sociedad argentina. La Unión Cívica Radical salteña no escapa de este cuadro de situación. Ayer, 28 de abril, la gran mayoría de los dirigentes radicales salteños nos enteramos por la página del Comité Nacional del nombre de la mujer que acompañará a Ricardo Gómez Díez, como candidata radical a la diputación nacional. Mayor fue el desconcierto y la afrenta cuando, consultado el padrón de afiliados, observamos que el espacio del radicalismo es ocupado por una persona que ni siquiera es afiliada al partido y muchos menos una militante. Lamentablemente, también debemos decir que el virus de las “maridas” ha llegado a la UCR local, ya que el mérito político necesario y suficiente de la compañera de lista de Gómez Diez es ser esposa del actual presidente de la Sociedad Rural Salteña.
A nadie escapa que la actual situación institucional de la UCR de Salta fue promovida y solicitada desde la dirigencia local para frenar el avance de “radicales kash” profundamente entregados y comprometidos con el gobierno de Juan Manuel Urtubey y el matrimonio presidencial, a destruir la única alternativa de oposición que resiste al avance del travestismo político que traiciona los principios republicanos y democráticos, tras cargos, negocios y privilegios acordados con la billetera pública y a espaldas de los argentinos.
Que se sepa públicamente que, como radicales, no abandonaremos el compromiso histórico de la UCR por construir una república justa y democrática. Tampoco renunciaremos al legado que Raúl Alfonsín hizo a la sociedad argentina, esa que espera y necesita mujeres y hombres cómo él para hacer de la política una herramienta ética volcada al servicio de la gente.
